La Pascua de Resurrección es la celebración cristiana que conmemora la
resurrección de Jesucristo. La fecha de celebración varía entre el 22 de marzo y
el 25 de abril, ya que tiene lugar el domingo siguiente a la primera luna llena
de primavera del hemisferio norte. Existe una fórmula que permite el cálculo de
la fecha de Pascua.
Sin embargo, debido a la diferencia de calendarios usados por la Iglesia
Católica (calendario gregoriano) y las iglesias orientales (calendario juliano),
la fecha de Pascua varía para cada iglesia, y solo en algunas ocasiones logran
coincidir, tal y como se aprecia en el calendario.
Los primeros cristianos -que eran judíos- celebraban la Pascua de
Resurrección a la par cronológica que la Pascua judía. Pero desde el Concilio de
Nicea los cristianos separaron la celebración de la Pascua judía de la
cristiana, quitándole los elementos hebreos. Pero dejaron el carácter móvil de
la fiesta recordando que Cristo resucitó en la Pascua hebrea. Hoy día la Iglesia
Católica mantiene el carácter móvil de la fecha de Pascua, pero trata de no
hacerla coincidir con el Pésaj judío.
Esta fiesta determina el calendario móvil de otras fiestas: así la
Ascensión (el ascenso de Jesús al cielo) se celebra 40 días después y
Pentecostés 10 días después de la Ascensión. La semana anterior a la Pascua de
Resurrección es la Semana Santa, que comienza con el Domingo de Ramos (que
conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén). La Octava de Pascua
(popularmente conocida como "semana de Pascua") es la semana que sucede a este
Domingo de Pascua (o Domingo de Resurrección). El tiempo pascual o tiempo de
Pascua designa, en la liturgia católica, las semanas que van desde el Domingo de
Resurrección hasta el de Pentecostés.
El nombre Pascua se ha extendido a otras celebraciones cristianas, como
Navidad (el nacimiento de Jesús) o Pentecostés (la venida del Espíritu Santo).
Por ejemplo en Chile, el término Pascua se aplica coloquialmente a la Navidad,
mientras que a la Pascua se le llama "Pascua de Resurrección".
Tiempo Pascual Los cincuenta días que van desde el domingo de resurrección
hasta el domingo de Pentecostés
El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para
todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere
sentido toda nuestra religión.
Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo.
En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se
enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que
permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al
Cielo.
La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras,
son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus
apóstoles.
Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también
nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la
muerte.
En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús
está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede
preocupar?
Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos
estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido
fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para
siempre.
San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra
fe” (I Corintios 15,14)
Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire,
sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente
Dios.
Pero, como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al
pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también,
sabemos que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra
vida adquiere sentido.
La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los
cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de
resucitados, demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la
muerte.
La Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar
esa misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la
Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo
apostólico.
Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo,
nuestro Señor. En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas
las gracias que Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos.
Vivamos con profundidad este tiempo.
Con el Domingo de Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que
recordamos el tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los
cielos, durante la fiesta de la Ascensión.
La fiesta de la Pascua es tan importante, que un solo día no nos alcanza
para festejarla. Por eso la Iglesia ha fijado una octava de Pascua (ocho días)
para contemplar la Resurrección y un Tiempo Pascual (cincuenta días) para seguir
festejando la Resurrección del Señor.
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