Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de las Americas
Diciembre 12
Comience el 3 diciembre para terminar en la fiesta. 
Puesto de rodillas delante de María Santísima, hecha la Señal de la Cruz, 
se dice el siguiente:
Acto de Contrición
"Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, 
por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo 
corazón haberos ofendido. Propongo  enmendarme y confesarme a su tiempo y 
ofrezco cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados, y confío por vuestra 
bondad y misericordia infinita, que me perdonaréis y me daréis gracia para nunca 
más pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora la Virgen 
de Guadalupe. Amén. "
Hágase la petición: (...)
Récese cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza 
la oración de cada día.
- Primer Día
 
"¡Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas 
sienes publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, 
como Madre y como Esposa del Altísimo tienes absoluto poder y justísimo derecho 
sobre todas las criaturas.
Siendo esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a ti por mil 
títulos; pero no me contento con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes 
sobre todos; quiero ser tuyo por otro título más, esto es, por elección de mi 
voluntad.
Ved que, aquí postrado delante del trono de tu Majestad, te elijo por mi 
Reina y mi Señora, y con este motivo quiero doblar el señorío y dominio que 
tienes sobre mí; quiero depender de ti y quiero que los designios que tiene de 
mí la Providencia divina, pasen por tus manos. Dispón de mí como te agrade; los 
sucesos y lances de mi vida quiero que todos corran por tu cuenta. Confío en tu 
benignidad, que todos se enderezarán  al bien de mi alma y honra y gloria de 
aquel Señor que tanto complace al mundo. Amén. 
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
- Segundo Día
 
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué bien se conoce que eres Abogada 
nuestra en el tribunal de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de 
beneficiarnos las juntas ante el pecho en ademán de quien suplica y ruega, 
dándonos con esto a ver que desde el trono de gloria como Reina de los Ángeles y 
hombres haces también oficio de abogada, rogando y procurando a favor 
nuestro.
¿Con qué afectos de reconocimiento y gratitud podré pagar tanta fineza? 
Siendo que no hay en todo mi corazón suficiente caudal para pagarlo.
A ti recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de una caridad 
ardiente y fervorosa, de una humildad profunda y de una obediencia pronta al 
Señor.
Esfuerza tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses de pedir al 
Todopoderoso me haga suyo y me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito 
de tu intermediación en la gloria. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
- Tercer Día
 
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué puedo creer al verte cercada 
de los rayos del sol, sino que estás íntimamente unida al Sol de la Divinidad, 
que no hay en tu casa ninguna cosa que no sea luz, que no sea gracia y que no 
sea santidad!
¡Qué puedo creer sino que estás anegada en el piélago de las divinas 
perfecciones y atributos, y que Dios te tiene siempre en su Corazón! Sea para 
bien, Señora, tan alta felicidad.
Yo, entre tanto, arrebatado del gozo que ello me causa, me presento delante 
del trono de tu soberanía, suplicándote te dignes enviar uno de tus ardientes 
rayos hacia mi corazón: ilumina con su luz mi entendimiento; enciende con su luz 
mi voluntad; haz que acabe yo de persuadirme de que vivo engañado todo el tiempo 
que no empleo en amarte  ti y en amar a mi Dios: haz que acabe de persuadirme 
que me engaño miserablemente cuando amo alguna cosa que no sea mi Dios y cuando 
no te amo a Ti por Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
- Cuarto Día
 
¡Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan 
grande suya estar a tus pies y que en prueba de su gozo abre los brazos y 
extiende las alas para formar con ellas repisa a tu Majestad, ¿qué deberé yo 
hacer para manifestar mi veneración a tu persona, no ya la cabeza, ni los 
brazos, sino mi corazón y mi alma para santificándola con tus divinas plantas se 
haga trono digno de tu soberanía?
Dígnate, Señora, de admitir este obsequio; no lo desprecies por indigno a 
tu soberanía, pues el mérito que le falta por mi miseria y pobreza lo recompenso 
con la buena voluntad y deseo
Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas sino las 
del deseo de ser tuyo y el temor de ofender a tu Hijo divinísimo. Forma trono de 
mi corazón, y ya no se envilecerá dándole entrada a la culpa y haciéndose 
esclavo del demonio. Haz que no vivan en él sino Jesús y María. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
- Quinto Día
 
¿Qué correspondía a quien es un cielo por su hermosura, sino uno lleno de 
estrellas? ¿Con qué podía adornarse una belleza toda celestial, sino con los 
brillos de unas virtudes tan lúcidas y tan resplandecientes como las 
tuyas?
Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en ti hermosura tan 
peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica con humildad tan 
apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan amable, y quisiera que mis 
ojos se fijaran siempre en ti para que mi corazón no se dejara arrastrar en otro 
afecto que no sea el amor tuyo.
No podré lograr este deseo si esos resplandecientes astros con que estás 
adornada no infunden una ardiente y fervorosa caridad, para que ame de todo 
corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios, y después de mi Dios a Ti, como 
objeto digno de que lo amemos todos. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
- Sexto Día
 
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué bien dice a tu soberanía ese 
tapete que la luna forma a tus sagradas plantas! Hollaste con invicta planta las 
vanidades del mundo, y quedando superior a todo lo creado jamás padeciste el 
menguante de la más ligera imperfección: antes de tu primer instante estuviste 
llena de gracia.
Miserable de mí, Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que 
hago, no tengo estabilidad en la virtud y sólo soy constante en mis viciosas 
costumbres.
Duélete de mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy como la luna en mi 
inconstancia, sea como la luna que está a tus pies, esto es, firme siempre en tu 
devoción y amor, para no padecer los menguantes de la culpa. Haz que esté yo 
siempre a tus plantas por el amor y la devoción, y ya no temeré los menguantes 
del pecado sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones, detestando de 
corazón todo lo que es ofensa de mi Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
- Séptimo Día
 
¡Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada veo en este hermosísimo 
retrato que no me lleve a conocer las perfecciones de que te dotó el Señor a tu 
alma inocentísima. Ese lienzo grosero y despreciable; ese pobre pero feliz ayate 
en que se ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima 
humildad que le sirvió de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad.
No te desdeñaste de tomar la pobre tilma de Juan Diego, para que en ella 
estampase tu rostro, que es encanto de los ángeles, maravilla de los hombres y 
admiración de todo el universo. Pues, ¿cómo no he de esperar yo de tu 
benignidad, que la miseria y pobreza de mi alma no sean embarazo para que 
estampes en ella tu imagen graciosísima?
Yo te ofrezco las telas de mi corazón. Tómalo, Señora, en tus manos y no lo 
dejes jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra cosa que en amarte y amar 
a Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
- Octavo Día
 
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué misteriosa y qué acertada estuvo la 
mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que 
le sirve de guarnición! Aludió sin duda a aquel finísimo oro de la caridad y del 
amor de Dios con que fueron enriquecidas tus acciones. Y ¿quién duda, Señora, 
que esa tu encendida caridad y amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor 
al prójimo y que no, por verte triunfante en la patria celestial, te has 
olvidado de nosotros? 
Abre el seno de tus piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien 
caído te invoca para levantarse; tráete la gloria de haber encontrado en mí una 
misericordia proporcionada, más que todas, a tu compasión y misericordia. 
Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
- Noveno Día
 
¡Oh Santísima Virgen de Guadalupe! ¿Qué cosa habrá imposible para ti, 
cuando multiplicando los prodigios, ni la tosquedad ni la grosería del ayate le 
sirven de embarazo para formar tan primoroso tu retrato, ni la voracidad del 
tiempo en más de cuatro siglos ha sido capaz de destrozarle ni borrarle?
¡Qué motivo tan fuerte es este para alentar mi confianza y suplicarte que 
abriendo el seno de tus piedades, acordándote del amplio poder que te dio  la 
Divina Omnipotencia del Señor, para favorecer a los mortales, te dignes estampar 
en mi alma la imagen del Altísimo que han borrado mis culpas!
No embarco a tu piedad la grosería de mis perversas costumbres, dígnate 
sólo mirarme, y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo no puedo creer 
que si me miras no se conmuevan tus entrañas sobre el miserable de mí. Mi única 
esperanza, después de Jesús, eres tú, Sagrada Virgen María. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
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Fuente: corazones.org

VIRGENCITA. Te pido q me ayudes tu sabes mis necesidades AMÉN.
ResponderBorrarSolo tu conoces mis necesidades y para ti no hay imposible por eso te pido de rodillas que escuches mis suplicas, por favor madre mia, amen
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